"El problema es si nos atrevemos a pasar de indignados a revolucionarios.
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El movimiento de la "toma de plazas" está abocado a tener que dar un salto ya que de lo contrario, o nos quedamos dentro de una burbuja autocomplaciente hecha de opciones personales o la deslegitimación de la política por sí sola no llegará nunca a abrir otro mundo. Hay que atacar toda la realidad, esta realidad toda enteramente capitalista en la que nos ahogamos. Dar un salto quiere decir, pues, atrevernos a ser revolucionarias. Más exactamente. Atrevernos a imaginar qué significa ser revolucionarias hoy día"
Desbordar las plazas. Una estrategia de objetivos.
En estos días, la maraña de posts, artículos, twits y comentarios está espolvoreada de explicaciones sobre cómo históricamente toda revolución ha entrañado una carga importante de violencia. De lo contrario, es una protesta, una revuelta, pero no una revolución. Si queremos que no nos dé la risa al pensar en la palabra, ese salto que hemos de dar, afirmo, ha de ser violento.
violencia.
violentar.
violento, ta.
1. adj. Que está fuera de su natural estado, situación o modo.
2. adj. Que obra con ímpetu y fuerza.
3. adj. Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias.
Queda así: aplicar medios con ímpetu e intensidad extraordinarias para vencer la resistencia.
Sí.
Violentemos el sistema. En el mismo sentido y con el mismo convencimiento con el que el sistema nos violenta.
La violencia que hemos de ejercer no implica: tirar piedras ni pegar tiros, matar a nadie, amedrentar, amenazar ni humillar.
Decir no. Decir "no" firme y claramente. Decir "no" cuando parece que no existe esa opción. Esta estrategia está siendo la base de los logros. La junta electoral prohibió que fuéramos a las plazas; fuimos. El señor puig quiso limpiar la plaza. No. En Cataluña se han parado deshaucios: había allí personas diciendo "no". Como es sabido, lo que han hecho en Islandia es, tout simplement, decir no.
Estamos pidiendo cosas. Pero, sobre todo, estamos negándonos a que nos las quiten.
"Somos legión"
El no que parece inviable se torna cierto cuando es colectivo. El miedo se vuelve firmeza al fundirse entre otros cuerpos. Es muy difícil arriesgar si no hay un colchón debajo: y somos nuestro colchón. La autogestión hecha práctica, la respuesta del todo ante agresiones a las partes, lo está demostrando. Sólo una tupida red de apoyo puede permitir a cada cual dar el salto en sus ámbitos (como empleada, como cliente del banco, como usuario de la sanidad pública).
Podemos saltar al saber que más allá ya no hay vacío.
"Tu cuerpo es un campo de batalla"
Barbara Kruger
En los espacios creados, funcionamos como elegimos. Rompemos las dinámicas, actuamos como nos parece justo, bello y bueno. El paso es extenderlo. Y para ello hay que poner el cuerpo en juego. El cuerpo es la mente, la voluntad, las relaciones con los demás, los miedos, el dolor de estómago. Ese ataque a toda la realidad ha de darse por parte de todo el ser. La lucha no está en la manifestación. Está en cada acto, en el ejercicio de escucha continua a la conciencia. En hacer valer nuestras dinámicas sobre las dinámicas impuestas, desde un nivel molecular. Es cansado. Implica malestares, quizá enfrentamientos. Pero si sólo protestamos en la calle, en la calle nos quedaremos.
Ejercer el ser, allá donde estemos.
Si nos atrevemos, será serio. Requiere estar en pie en todo momento. Arriesgar. Jugarnos la rutina, el tiempo de ocio, los objetos. El puesto de trabajo, las vacaciones. Se trata de salir del show de truman: escupir sobre la comodidad del cielo en que vivimos. Incurrir en delitos tipificados por la ley. Hacer presente y constante la exigencia de cambio, en lo particular y en acciones conjuntas efectivas, hasta vencer la resistencia.
Dormíamos. Nos hemos despertado. ¿Nos levantamos?
Dormíamos. Nos hemos despertado. ¿Nos levantamos?