Técnicamente, el niño sabe escribir. A sus diez años, junta sin dudarlo unas letras con otras, separa las palabras y planta comas, puntos, tildes. Pero se le hace burruño. Las oes se aplastan contra la eme o la erre que las precede; las aes se le hacen es y las eles un globito alargado; la uve es un muelle extendiéndose. Casi ninguna letra es esa letra y todas se aplastan contra la línea de abajo, como si se les viniera encima el cuadrito.
Y allí que me veo explicando que la ele parte de la mitad del cuadro y sube en curva para bajar recta; que hay cuatro líneas imaginarias y en ellas empiezan y terminan las letras; que el rabito de la o sale de un lado y no de arriba, porque si no se cae; que la te es de alta como la de, pero el piquito de la pe (esa pe abierta que parecía lombriz) no sube tanto, sino solo hasta nuestra segunda línea invisible. Que hay que escribir pensando "hacia adelante y hacia arriba".
Yo todo eso no lo sé. No lo sabía antes de explicárselo al niño de la letra burruño. Se dirá que sí, que cómo no. Pues no. Yo fui aprendiéndolo ayer mientras lo decía. A partir de un momento, se me iba descubriendo el ser pequeño de cada letra, la infancia de los trazos, la masa de la escritura que luego cada cual ajusta a sí. Oh. La grafía revelada.
Me impresionó. Me emocioné.
Y funcionó. Con el niño, digo.
* Auto tea titi estaba escrito en mi libro de caligrafía. Los dibujos eran de: un coche, una antorcha, un mono. A mi parecer, nada de lo que ponía en las letras. No sé por qué no usaron palabras más comunes para la letra te.
* Auto tea titi estaba escrito en mi libro de caligrafía. Los dibujos eran de: un coche, una antorcha, un mono. A mi parecer, nada de lo que ponía en las letras. No sé por qué no usaron palabras más comunes para la letra te.
¡Qué bonito!
ResponderEliminarAurora